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Sobre el dinero digital, el desarrollo de las criptomonedas, del yuan y de otras monedas digitales

Actualizado: 16 ene

Por Christian Careaga*


Publicado el 13/06/2023




Desde varias décadas, la masa monetaria de los países está digitalizada. El dinero se emite y desplaza electrónicamente a través de una red de ordenadores, por internet, sin que sea necesario el uso de billetes o monedas. Salvo las llamadas masas monetarias M1 (billetes y monedas en circulación y depósitos a la vista) y M2 (Equivale a M1 más depósitos a plazo hasta dos años y disponibles con preaviso hasta tres meses), el resto del dinero circula electrónicamente y no solo a nivel institucional, sino también a nivel individual. Hoy en día, debido a la gran liquidez en la oferta monetaria y a los avances tecnológicos en los campos de las tecnologías de la información, se usan -incluso a nivel de la M1- el móvil o el reloj para hacer pagos electrónicos de cantidades muy reducidas.

Hemos llegado al punto en que en muchos países ha desaparecido prácticamente el dinero tradicional: el emitido en papel y acuñado en moneda.


Información y eficacia del uso del dinero


Evidentemente, los estados están muy interesados en poder controlar los movimientos financieros de sus empresas e individuos, pues no solo les permite manejar mejor la recaudación fiscal, sino que además pueden planificar más eficazmente sus políticas monetarias y de otra índole. Estamos viendo cómo a la población china en general no le importa tanto que el estado tenga acceso a todos sus datos financieros. Sin embargo, lo más justo sería que también las personas y empresas pudieran acceder a este tipo de información capturada y tratada por entidades estatales y privadas, como los bancos centrales, comerciales y de inversión o simplemente por entidades como WeChat que presta sus servicios a 900 millones de usuarios, los cuales efectúan transferencias electrónicas, sin necesidad de utilizar entidades intermediarias.

Dos billeteras de pago electrónico instaladas en los móviles chinos


De esta forma, la competición económica entre empresas y estados podría ser más transparente y efectiva… y seguramente hasta los mismos ciudadanos podrían conocer mejor sus propios hábitos respecto a cómo emplean y varían sus ingresos, gastos, ahorros e inversiones.


El desarrollo de las criptomonedas


La irrupción y penetración del internet tuvo lugar en la década de los noventa. La existencia en la actualidad de más de cinco mil millones de usuarios he tenido un enorme impacto en múltiples campos, entre ellos en las finanzas. La aparición de las nuevas tecnologías y el uso extendido de los móviles ha impulsado el desarrollo de divisas no reguladas, las cuales se intercambian de manera descentralizada, sin ser controladas por los bancos centrales.

Las criptomonedas empezaron a operar como dinero digital en 1998, si bien su lanzamiento ocurrió después de la crisis hipotecaria de 2008. La primera moneda encriptada en emitirse digitalmente se llamó bitcoin. Después surgieron otras. Los ahorradores se dieron cuenta de que las emisiones de grandes cantidades de dinero por los bancos centrales causarían inflación, perdiendo los detentadores de esos ahorros parte de su poder adquisitivo. Tampoco a los comercios y al ciudadano de a pie les gustaba que las entidades monetarias, financieras y fiscales estuvieran presentes en cada transacción, pues esto conllevaba tanto el pago de comisiones e impuestos, como a una falta de privacidad. De ahí la relevancia de que en el blockchain las operaciones se registraran de manera encriptada, descentralizada y anónima.


Las criptomonedas no están respaldadas por los gobiernos


Mediante la encriptación, se evita que los datos sean cambiados, vulnerados o incluso robados. La ocultación de datos mediante claves para que no puedan ser interpretados por terceros es uno de los pilares fundamentales de la ciberseguridad.

Al no tener las criptomonedas un emisor centralizado, el control se lleva mediante libros contables a través de redes de ordenadores en donde se registran la creación o acuñación electrónica y los movimientos de las criptomonedas, las cuales han de anotarse en el blockchain de manera segura y descentralizada, para evitar que puedan entrar hackers. El llamado blockchain es una base de datos compartida en la red, en donde se registran y se hace el seguimiento de las transacciones mediante cadenas de bloques. Tanto las criptomonedas reguladas, como las que no lo están, son utilizadas por grandes entidades públicas y privadas, así como por pequeños usuarios, con el fin de emplearlas como reserva o como un valor refugio… o bien como una nueva divisa para uso de cambio.

Un problema de las criptomonedas es su volatilidad. Otro es que estos activos, a pesar de su transparencia para quienes tienen acceso a los datos, son más difíciles de entender. Al no estar sujetos a una regulación centralizada, como la de un banco central, su empleo está más propenso al fraude. Por último, las criptomonedas no parecen estar respaldadas en su gran mayoría por oro, plata, metales o recursos naturales, sino simplemente son aceptadas en base a la tecnología contable y de seguridad que las sustenta. En definitiva, su aceptación proviene de la confianza que tienen los usuarios en su tecnología y valor.


El Yuan digital y su respaldo


En 2014 se empieza a estudiar en China la creación del yuan digital, el cual es introducido a partir de 2017 de manera experimental en varias ciudades, con el fin de ensayar este nuevo tipo de dinero y de valorar sus ventajas e inconvenientes.

El yuan digital no es una mera criptomoneda independiente, pues está regulado por el Banco Popular de China –su banco central- el cual pretende extender su uso en el sudeste asiático. De esta forma las transacciones financieras internacionales podrían beneficiarse de menores costes transaccionales frente al tradicional yuan exterior.

Aparte de la República Popular, otros países –entre ellos Suecia, Suiza, Japón, Australia, Reino Unido y los EE.UU.- han decidido crear las llamadas CBDC o monedas digitales reguladas desde los Bancos Centrales. De momento se han diseñado billeteras digitales que ya se utilizan en bancos comerciales. Sin embargo, no parece que su control, por los reguladores del dinero digital, esté sólidamente definido.

El yuan o renmimbi digital permite ejecutar transacciones de manera instantánea


La implementación en China de una moneda digital del banco central (CBDC) ha tenido hasta la fecha una amplia aceptación, ya que alrededor de 140 millones de personas han descargado billeteras electrónicas en donde almacenar yuanes digitales (eCNY).

El yuan digital va poco a poco reemplazando al yuan físico en papel, siendo además cada vez más empleado en transacciones internacionales. En principio, ambos no tendrían por qué tener una diferente tasación. Es evidente que el yuan digital supone una mayor vigilancia estatal de las transacciones y que su utilización debiera reducir el número e importe de los delitos monetarios. Asimismo, el empleo del yuan digital servirá seguramente para la imposición y el cobro de multas.

Tanto el rublo como el yuan están interesados en respaldar a sus divisas digitales con oro o petróleo, con el fin de apuntalar su aceptación internacional y mantener las respectivas cotizaciones. Tarea ardua si tenemos en cuenta cómo el rublo ha sido duramente atacado y sancionado desde occidente en tiempos recientes. Mas tampoco se valora al dólar en los mercados monetarios mundiales como antaño, dada a la escasa vinculación de la divisa yankee a un respaldo físico, como pudieran ser sus reservas de oro o de materias primas. En realidad, se aprecia en el dólar más bien la fortaleza de la nación norteamericana a escala global, que su propia solvencia basada en una sana política fiscal y monetaria.

Con el paso del tiempo las diversas divisas irán encontrando su sitio en los múltiples mercados en donde sean demandadas.


La elección entre el yuan y el dólar en los mercados monetarios internacionales


El dólar, como moneda de reserva mundial, ha dado durante un siglo estabilidad y confianza al sistema financiero internacional. El impacto de las crisis -hipotecaria y del covid- han afectado seriamente las recientes políticas monetarias de los EE.UU. y de más países. Hubo que imprimirse e inyectarse bonos, así como reducir las tasas de interés del dinero para superar los fuertes parones económicos que sufrieron las economías de casi todos los países del mundo. Aun así, de momento el dólar ejerce un papel preponderante como divisa comercial y de reserva en el comercio mundial.

El cambio y el desarrollo del tradicional modelo monetario implica que el dólar, el euro y el yuan serán probablemente las tres divisas más empleadas a medio plazo en el comercio internacional. Seguramente, el empleo generalizado del Swift puede tener un corto recorrido, en esta carrera por digitalizar las monedas y variar el “modus operandi” en las transacciones comerciales y financieras internacionales. Una carrera en donde de momento la moneda china digital parece llevar la delantera.

Por otra parte, el yuan chino, es la moneda del principal socio comercial de las naciones del planeta. Sin embargo, la inestabilidad económica del Imperio del Centro, con sus crisis bancarias e inmobiliarias, hace que las naciones del mundo prefieran -al menos de momento- usar la moneda americana, pues el empleo del dólar da más confianza a la hora de cumplir con los compromisos financieros internacionales.

Queda esta confianza en cierto modo reflejada en los ratings de las principales agencias evaluadoras del riesgo país como Standard & Poor (AA+), Moody’s (Aaa) y Fitch (AAA), quienes clasifican la deuda soberana de los norteamericanos como de alto grado de solvencia a largo plazo, en moneda local y extranjera. En el caso de la República Popular China estas valoraciones son: Standard & Poor (A+), Moody’s (A1) y Fitch (A+).

Sin embargo, ambas economías están fuertemente ligadas por el comercio y las inversiones directas e indirectas entre sí y debido a esta interdependencia, los tensos conflictos entre las dos superpotencias perjudican seriamente a ambas. Por ejemplo, el 19% de las importaciones norteamericanas provienen de China, lo cual no es solamente ventajoso o perjudicial para las empresas del Imperio Celeste que exportan a los EE.UU., sino que también es igualmente ventajoso o perjudicial para los consumidores americanos que adquieren productos manufacturados en China.

Queda por analizar los mercados de bonos y las operaciones de préstamos a largo plazo hechas en yuanes o en dólares, dentro y fuera de sus fronteras por ambas superpotencias. Dejemos este tema para otro artículo.



*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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