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ENCONTRADO CARROMATO DE LA DINASTÍA QIN

Publicado el 18/07/2024



La dinastía Qin gobernó China desde el 221 a.C. hasta el 206 a.C. A pesar de su corta duración, esta saga de gobernantes logró unificar China, lo que es considerado por los historiadores como el inicio del Imperio del Centro. En este sentido, destacaría Yin Zheng, también conocido como Qin Shi Huang. Aunque autoproclamado, él sería el primer emperador chino.

Fallecido en el 210 a.C., su obsesión, más allá de aunar los, durante aquellos años, Reinos Combatientes y abolir el feudalismo que en ellos imperaba, fue la de obtener la inmortalidad.  De hecho, y por irónico que parezca, fue su búsqueda por escapar de la muerte la que terminó condenándole. No era para menos, pues sus alquimistas, con la intención de satisfacer los deseos de perpetuidad de su señor, le recetaban ingerir jade y mercurio, según afirman textos de la época.

Hoy en día es bien sabido que el mercurio es una sustancia altamente tóxica, pero este dato se desconocía en ese entonces. Por el contrario, se creía que era una fuente de vida eterna. Así, el primero de los Qin, convencido de las propiedades beneficiosas del metal, no dejó de consumirlo hasta que le provocó un fallo hepático y muerte cerebral. Su cuerpo fue enterrado en un mausoleo de 60 kilómetros cuadrados, localizado a 30 kilómetros de la ciudad de Xi’an, la que, bajo el nombre de Chang’an, estaba llamada a ser la capital de China en unos siglos.

Su tumba es, quizá, una de las más famosas del mundo. No lo es únicamente por su enorme tamaño, antes mencionado, o los ríos de mercurio que se instalaron, sino que también lo es por la cantidad de trampas y tesoros que guarda en su interior. Ahora bien, si hay algo que sobresale de estos últimos, esos son los guerreros de terracota. Y es que, guardando la tumba de Qin Shi Huang, yace un ejército de 8.000 soldados de tamaño natural. Elaborados a mano con este material, todos son distintos, únicos.

El hallazgo de estas estatuas en julio de 1975 y lo llamativo de su existencia no hizo sino acrecentar el interés de propios y extraños por la necrópolis. Así, las sucesivas excavaciones han ido sacando a la luz nuevos lotes de reliquias, siendo una de las más destacables el recién descubierto carromato de madera que, según estiman los arqueólogos fue un vehículo funerario. Jiang Wenxiao, director de la excavación, ha mencionado que el carruaje asienta lo que, en opinión de los expertos, es “una tradición funeraria muy rara”. Junto a él, se han encontrado, además, restos de animales, artículos para caballos y reliquias de cerámica, bronce, jade, oro y plata.

El buen estado del carromato tras haber estado dos mil años enterrado es atribuido al hecho de que, para llegar a él, se ha necesitado de un conocimiento arqueológico muy elevado. En consecuencia, los ladrones de tumbas, que por lo general no suelen estar muy formados, lo han tenido muy difícil para acceder.  Que hoy contemos con esta joya de la historia china es fruto del esfuerzo de los investigadores que comenzaron a trabajar en la zona en el año 2013, cuyo excelente trabajo es para poner de manifiesto.  La dinastía Qin gobernó China desde el 221 a.C. hasta el 206 a.C. A pesar de su corta duración, esta saga de gobernantes logró unificar China, lo que es considerado por los historiadores como el inicio del Imperio del Centro. En este sentido, destacaría Yin Zheng, también conocido como Qin Shi Huang. Aunque autoproclamado, él sería el primer emperador chino.

Fallecido en el 210 a.C., su obsesión, más allá de aunar los, durante aquellos años, Reinos Combatientes y abolir el feudalismo que en ellos imperaba, fue la de obtener la inmortalidad.  De hecho, y por irónico que parezca, fue su búsqueda por escapar de la muerte la que terminó condenándole. No era para menos, pues sus alquimistas, con la intención de satisfacer los deseos de perpetuidad de su señor, le recetaban ingerir jade y mercurio, según afirman textos de la época.

Hoy en día es bien sabido que el mercurio es una sustancia altamente tóxica, pero este dato se desconocía en ese entonces. Por el contrario, se creía que era una fuente de vida eterna. Así, el primero de los Qin, convencido de las propiedades beneficiosas del metal, no dejó de consumirlo hasta que le provocó un fallo hepático y muerte cerebral. Su cuerpo fue enterrado en un mausoleo de 60 kilómetros cuadrados, localizado a 30 kilómetros de la ciudad de Xi’an, la que, bajo el nombre de Chang’an, estaba llamada a ser la capital de China en unos siglos.

Su tumba es, quizá, una de las más famosas del mundo. No lo es únicamente por su enorme tamaño, antes mencionado, o los ríos de mercurio que se instalaron, sino que también lo es por la cantidad de trampas y tesoros que guarda en su interior. Ahora bien, si hay algo que sobresale de estos últimos, esos son los guerreros de terracota. Y es que, guardando la tumba de Qin Shi Huang, yace un ejército de 8.000 soldados de tamaño natural. Elaborados a mano con este material, todos son distintos, únicos.

El hallazgo de estas estatuas en julio de 1975 y lo llamativo de su existencia no hizo sino acrecentar el interés de propios y extraños por la necrópolis. Así, las sucesivas excavaciones han ido sacando a la luz nuevos lotes de reliquias, siendo una de las más destacables el recién descubierto carromato de madera que, según estiman los arqueólogos fue un vehículo funerario. Jiang Wenxiao, director de la excavación, ha mencionado que el carruaje asienta lo que, en opinión de los expertos, es “una tradición funeraria muy rara”. Junto a él, se han encontrado, además, restos de animales, artículos para caballos y reliquias de cerámica, bronce, jade, oro y plata.

El buen estado del carromato tras haber estado dos mil años enterrado es atribuido al hecho de que, para llegar a él, se ha necesitado de un conocimiento arqueológico muy elevado. En consecuencia, los ladrones de tumbas, que por lo general no suelen estar muy formados, lo han tenido muy difícil para acceder.  Que hoy contemos con esta joya de la historia china es fruto del esfuerzo de los investigadores que comenzaron a trabajar en la zona en el año 2013, cuyo excelente trabajo es para poner de manifiesto.  

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