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El Ártico desata la inquietud de Asia

Actualizado: 16 ene

Por Georgina Higueras*


Artículo publicado en Esglobal el 22/05/2023




Los países asiáticos despliegan su diplomacia ártica para lograr una participación más directa en los asuntos del Alto Norte.


La preocupación por las consecuencias del cambio climático, además de los intereses económicos, impulsa la diplomacia ártica de los países asiáticos —China, India, Japón, Corea del Sur y Singapur— que hace 10 años ingresaron como observadores en el Consejo Ártico.

Los cinco quieren poner en valor que partes considerables del Ártico pertenecen a la masa terrestre de Eurasia, lo que, según el investigador británico Klaus Dodd, confiere a ese océano “cualidades distintivas del norte de Asia”.

El pasado marzo se celebró el Foro del Círculo Polar Ártico de Japón (ACJF, en sus siglas en inglés), donde los cinco consideraron que la geopolítica no debe obstaculizar la cooperación internacional en esa zona tan vulnerable del planeta. La guerra de Ucrania frenó las actividades del Consejo Ártico, cuya presidencia rotatoria ha ostentado Rusia hasta este mayo en que, como estaba previsto, la ha transferido a Noruega.

Para Asia es fundamental restaurar lo antes posible y de manera eficiente las funciones del Consejo Ártico, fundado en 1996 e integrado por los ocho Estados que tienen zonas de soberanía más allá del círculo polar ártico: Canadá, Dinamarca (por Groenlandia y las islas Feroe), Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia. China es, sin duda, el país asiático más involucrado en el desarrollo de las perspectivas económicas, científicas y de seguridad que ofrece el denominado Alto Norte lo que, unido a sus excelentes relaciones con Rusia, ha puesto en alerta a Washington contra la iniciativa de la Ruta de la Seda Polar. Pese a que la pandemia y las sanciones impuestas a Rusia por la invasión de Ucrania han afectado negativamente a la cooperación entre la Ruta de la Seda Polar y la Unión Económica Euroasiática, lanzada por Rusia en 2015, EE UU considera que la iniciativa china representa un desafío para su seguridad nacional y la del Ártico.

No solo aumenta el interés de Pekín en ese océano. Japón ha puesto en marcha una intensa diplomacia ártica, en la que quiere aglutinar a las distintas voces asiáticas preocupadas por las consecuencias que el deshielo y el cambio climático puedan acarrear a toda la región. En esta década como observadores, los cinco países han publicado sus libros blancos sobre la política del Ártico y sus estrategias de cara a la creciente internacionalización del Alto Norte, provocada

precisamente por la rapidez de su deshielo, que abre nuevas perspectivas económicas.

Muchos expertos consideran que el impacto para el transporte marítimo global por el Alto Norte puede ser tan importante como el que supuso el canal de Suez. Se estima una reducción del 25% en la duración de los trayectos entre Japón y Europa, los dos extremos del continente euroasiático. El ahorro no será solo económico sino también medioambiental al reducirse el enorme gasto en combustible de los cargueros.

Asia es muy consciente de que a los eventuales beneficios económicos se une un alto riesgo de rivalidad y competencia geoestratégica por adueñarse de los recursos y de la influencia política que genera. Japón, que lanzó en 2016 su iniciativa de un Indo-Pacífico “libre y abierto”, defiende que el Ártico sea también un espacio de las mismas características, gobernado por el estado de derecho.

En su libro blanco de finales de 2015, Tokio plantea que los cambios en el entorno del Ártico tienen no solo implicaciones económicas y políticas sino también sociales al afectar directamente a sus cuatro millones de indígenas, a quienes el calentamiento global amenaza con convertir en refugiados.

Destaca que las políticas hacia ese océano deben tener en cuenta las posibilidades que ofrece, pero también su vulnerabilidad hacia el cambio climático.

Japón ofrece sus avances tecnológicos y científicos para impulsar un desarrollo sostenible de la zona y propone que la observación e investigación de esta zona se realice desde una perspectiva global y centrada en la cooperación internacional para proporcionar una “contribución proactiva a la paz”.

Pese a la anexión de Crimea por Rusia, el Consejo Ártico siguió cooperando en la elaboración de disposiciones para asegurar el desarrollo sostenible de la región. Una de las más importantes fue el acuerdo alcanzado entre sus ocho integrantes y los vecinos de la Unión Europea, China, Japón y Corea del Sur que prohíbe la pesca extensiva. El compromiso, que entró en vigor en junio de 2021, impide a los firmantes pescar comercialmente antes de que se hayan realizado evaluaciones científicas sobre la viabilidad de la pesca industrial en el Ártico.

Tras la invasión de Ucrania, sin embargo, se rompieron los contactos con Rusia de los siete restantes países del Consejo Ártico, que ahora, tras el ingreso de Finlandia y la solicitud de Suecia (pendiente del voto de Turquía) son todos miembros de la OTAN. De ahí, que Asia, que defiende los intereses globales del Ártico, haya recibido con satisfacción el traspaso ordenado de la presidencia desde Rusia a Noruega.

China y Japón cooperan con Rusia en la extracción de petróleo y gas en el Ártico ruso, y ninguno de los dos quiere un océano dividido: por una parte, los siete países occidentales y por otra, Rusia. Pekín, Tokio y Seúl están interesados en el desarrollo del transporte a través del Ártico ruso para comerciar con Europa y una división en el Alto Norte limitaría las ventajas económicas de este corredor.

China, Japón y Corea del Sur han intentado desde 2015 establecer un diálogo trilateral sobre diplomacia en el Ártico, pero las difíciles relaciones entre los tres países han impedido que se llevara a término. Tras el parón de la pandemia, los tres gobiernos se comprometieron en marzo, durante la celebración del ACJF, a darle un renovado impulso. El reciente acercamiento entre Tokio y Seúl, alentado por Washington y criticado por Pekín, que se siente cada día más cercado por EE UU y sus aliados, puede volver a frenar antes de arrancar el diálogo trilateral ártico.

Corea del Sur, la cuarta economía de Asia, supervisa un amplio programa científico boreal, pero sobre todo ha centrado su colaboración ártica en la lucha contra los microplásticos.

Aunque es un contribuyente comprometido con cinco de los seis grupos de trabajo del Consejo Ártico, su mayor aportación está destinada a luchar contra la contaminación plástica de ese océano. Seúl lanzó hace dos años su proyecto de sistema satelital KPS y está construyendo un rompehielos, que espera botar en 2026, lo que le permitirá tener un mejor acceso a los polos. El Gobierno surcoreano posee el rompehielos Aarón dedicado a misiones de investigación y

rescate, pero hasta ahora ninguna naviera surcoreana opera con estos buques. Esto no impidió a Hyunday Globis completar el otoño pasado su primer trayecto por la ruta polar. Un buque, cargado con 44.000 toneladas de nafta, arribó al puerto surcoreano de Gwangyang 35 días después de salir del ruso de Ust-Luga, 10 días menos de lo que habría empleado a través del Canal de Suez.

Japón también tiene previsto desplegar un nuevo rompehielos en 2026 y China está empeñada en la fabricación de uno de propulsión nuclear, para lo que parece estar colaborando con Rusia. Pekín aún no posee la capacidad para realizar operaciones de búsqueda y rescate en aguas polares “en condiciones extremas”, lo que busca solventar con rompehielos nucleares. Las prioridades estratégicas de ambos países en el Ártico son el transporte, la energía y la seguridad, lo que les impulsa a dotarse de estos buques.

Singapur, como Estado insular de baja altitud que, al igual que otras zonas costeras de Asia sufre la amenaza existencial de la subida del nivel de mar por el derretimiento del hielo marino y la capa permafrost de Groenlandia, ha aumentado constantemente en estos años su presencia diplomática, científica y económica en el Alto Norte. La ciudad-Estado está vinculada a la zona por ser una parada importante de las aves migratorias que se reproducen en el Ártico. Christopher Len, investigador principal del Instituto de Estudios de energía de la Universidad Nacional de Singapur, señala que el descubrimiento de una importante riqueza de recursos suele complicar la lucha contra el cambio climático y afirma que se necesitan inversiones que fomenten la sostenibilidad y el desarrollo del capital humano para impulsar “la creación de valor local”. En este sentido, considera que Singapur está bien posicionado para compartir sus

conocimientos con las comunidades del Ártico.

Segundo puerto en tráfico de contenedores del mundo después de que Shanghái le arrebatase en 2010 el primero, Singapur tiene una gran experiencia en el manejo de la logística marítima y el comercio, experiencias que está dispuesto a compartir “para proporcionar tecnologías sostenibles y habilitadoras de la región del Ártico, a medida que las corporaciones y los Estados continúan explorando y trazando nuevas rutas de transporte marítimo”.

En la década transcurrida, India ha sido el observador menos activo, pero en 2022 publicó su primera política ártica y parece haber despertado a la competencia por los recursos de ese océano. Para el Gobierno de Narendra Modi, lo importante es la vinculación existente entre la situación del Ártico, los monzones y la región del Himalaya, que muchos denominan “el tercer

polo”. Sus esfuerzos se destinan a estudiar e investigar la conexión entre los distintos fenómenos de estas zonas. India defiende el desarrollo económico y social del Ártico y ha expresado su deseo de contribuir a garantizar que, a medida que sus hielos se derriten y se vuelve más accesible, se aprovechen sus recursos de manera más sostenible. El documento publicado esboza la ambiciosa planificación de los compromisos globales que va adquiriendo India para impulsar su imagen internacional. Para Nueva Delhi, los cinco pilares de la cooperación ártica son: investigación científica; economía y desarrollo humano; conectividad; gobernanza mundial y cooperación internacional, y desarrollo de su propia capacidad de recursos humanos.

El hilo común de los cinco países asiáticos ante el potencial de cooperación económica que ofrece el Ártico es el amplio consenso existente sobre la amenaza compartida del calentamiento global, que exige tanto la exportación de tecnología sostenible como la apertura de las empresas árticas a mercados de fuera de la región. Los cinco observadores asiáticos buscan formas alternativas de diplomacia que les permitan una participación más directa en los asuntos del Ártico. La vulnerabilidad del menguante océano helado y sus consecuencias son precisamente los factores que refuerzan los vínculos económicos y la cooperación entre los Estados del Ártico y Asia.


  • Artículo publicado en Esglobal el 22/05/2023. Puedes consultar la fuente original aquí.


*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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