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Discursos de Sergio Delgado en el Foro sobre la Iniciativa de Civilización Global

Actualizado: 26 dic 2023

Celebrado el pasado 2 de diciembre de 2023, el miembro del Claustro Sénior viajó a Cantón, China en representación de Cátedra China para participar en el Foro Temático 3: Global Civilization Initiative and Global Inter-Civilizational Exchanges and Mutual Learning.


Por Sergio Aristóteles Delgado*


Publicado el 18/12/2023





 

DISCURSO Nº 1: Iniciativa de Civilización Mundial e Intercambios y Aprendizaje Mutuo entre Civilizaciones.


Enhorabuena a los organizadores de este Foro por el gran interés que tiene para este momento del mundo actual, repito. Es para mí un honor participar en él y lo hago, como ya dije, en nombre y por delegación de Cátedra China, un think tank de conocedores de China, que hemos vivido, estudiado y analizado su historia, su política, su economía, su profunda transformación en esto decenios -alguno, como nuestro Presidente Emérito que llegó a China en 1978. Y dedicamos todo nuestro esfuerzo en transmitir esa realidad a la sociedad española. Este Foro, seguro, nos va a enriquecer en este conocimiento de China. 

     La civilización global es un objetivo ambicioso al que no podemos renunciar por muy lejano que parezca. Es una utopía, se puede decir, y muchos lo dirán. Pero toda utopía se puede convertir en hoja de ruta, si se ponen los medios adecuados, durante un proceso largo de tiempo, más largo cuanto más ambiciosa sea la utopía.

    Permitidme que empiece afirmando que este tema lo tenemos muy estudiado y debatido en nuestra Catedra China:  desde cuando China era el Imperio del Centro, hasta su papel y su función en el mundo globalizado del siglo XXI. Como decía, todos nosotros hemos vivido, trabajo, recorrido el país, hemos estudiado su realidad y su profunda transformación -la mayor de la historia- en los últimos decenios y, por todo ello, nos apasiona este tema de una “intercivilización global”  y sobre ello hemos escrito libros, artículos...y promovemos continuamente debates, que tendrán que continuar, como estos días lo hacemos en este Foro, en el que me siento muy honrado, y agradecido, en participar -y puedo afirmar que muchos de mis compañeros de Cátedra China estarían hoy aquí gozando de estos debates como lo gozo yo, porque nos parece un tema que tendremos que continuar estudiando y debatiendo durante los próximos decenios. Porque, en nuestra opinión, es quizá el tema más profundo y nuclear para todo este siglo y, también, para entender el papel trascendente que China puede, y debe, jugar en el intercambio civilizatorio, con la aportación específica a ese intercambio de su civilización confuciana.

     No estamos de acuerdo con la afirmación de Huntington del “choque de civilizaciones”. Aunque, en realidad, bien leído su texto, él habla más de diálogo que de choque.

      Pero aprovechamos su definición de civilización como “el conjunto de ideas, pautas de comportamiento y valores éticos y políticos que conforman la forma de entender la vida y la sociedad de un conjunto amplio de personas y/o de una sociedad”.

      Desde esa perspectiva, podemos afirmar que en el mundo actual hay cuatro civilizaciones muy importantes, porque afectan a más de mil millones de personas cada una. Y éstas son: la civilización china confuciana, la civilización occidental, la civilización islámica y la civilización hindú. Ellas cuatro, en conjunto, influyen en el pensamiento, la política, la economía, los valores éticos... de la inmensa mayoría del mundo actual. Lo que significa que ese intercambio civilizatorio, ese diálogo de civilizaciones, como utopía y como hoja de ruta debe empezar por el diálogo entre estas cuatro civilizaciones.

      Y entonces nos encontramos con una realidad tremendamente negativa: el diálogo entre esas cuatro civilizaciones, desde una cruda y dramática realidad, se nos muestra como imposible: en lugar de diálogo existen enfrentamientos de todo tipo, incluso sangrientos, hasta genocidas como el de Palestina, o riesgos de hecatombe nuclear por antagonismos de la hegemonía excluyente de Estados Unidos.

         El diálogo de civilizaciones nos aparece, entonces, como una utopía lejana.

         Pero ¿lo podemos convertir en hoja de ruta?

         Sin duda!

         Pero bajo algunas condiciones ineludibles:

         -debe ser una hoja de ruta a medio largo plazo

         -debe ser una hoja de ruta a recorrer con muchos pasos intermedios, con objetivos parciales y muy diferenciados, incluso con avances modestos y paulatinos.

         -conociendo y midiendo mucho los obstáculos que nos surgen en el camino.

          -quizá empezando por diálogos bilaterales entre civilizaciones que estén menos distanciadas en “el conjunto de ideas, pautas de comportamiento y valores éticos y políticos que conforman su sociedad” y, poco a poco, ir ampliando ese diálogo a las otras.

          En este momento, en el mundo actual de principios del siglo XXI, el mayor obstáculo para el diálogo de civilizaciones está en el deísmo; es decir, la prevalencia de las leyes ancestrales que sus dioses dieron a una sociedad concreta, por encima de las leyes que emanan de los parlamentos y gobiernos que pretenden organizar hoy las sociedades modernas. 

            Tenemos hoy, en ese sentido, dos civilizaciones claramente deístas: la musulmana y la hindú; una sociedad parcialmente influida por el deísmo judeo- cristiano, según países y modalidades político religiosas: la civilización occidental, y una sociedad no deísta, la china confuciana, que sólo acepta las leyes que emanan de sus Parlamentos o Asambleas y sus gobiernos.

            Parece evidente, pues, que debemos empezar por el diálogo entre la civilización occidental y la civilización china confuciana. Es más, en la civilización occidental nos encontramos con una filosofía, que los europeos llamamos filosofía de la Ilustración, casi nada deísta y que se basa en el respeto a la persona, organizada en sociedad, con unos derechos que emanan de las leyes humanas, no supeditadas a leyes religiosas: qué buen posible punto de encuentro y de diálogo entre nuestras dos Civilizaciones.

            Desde Cátedra China, insisto, ése es la base de diálogo, que modestamente estamos desarrollando y queremos desarrollar entre China y Occidente. Esperamos que este Foro contribuya a ello. Ojalá llevemos todos a nuestros países, a nuestros intelectuales a nuestros políticos...este deseo de promover el diálogo entre China y Occidente, Occidente y China, que sea un primer paso para el diálogo de civilizaciones que deberá desarrollarse durante todo el siglo XXI.

           Así iremos convirtiendo esa utopía en hoja de ruta de nuestra actividad diaria. Creemos que será una buena iniciativa hacia la civilización global, hacia los intercambios civilizatorios, en aprendizaje mutuo.

            Y reitero, China, por las características tan positivas que aporta su civilización confuciana no deísta, tiene una especial responsabilidad y una muy especial fuerza de influencia en este diálogo inter civilizatorio y de aprendizaje mutuo.

            Muchas gracias de mi parte y en nombre de todos mis colegas de Cátedra China en España.



 

DISCURSO Nº 2. "La democracia popular integral y la civilización moderna de la nación china"


Reitero mi agradecimiento por ser invitado a este Foro, como un honor y lo quiero expresar en nombre de todos mis colegas de Cátedra China en España, como ya os dije.

     Democracia es una de las muchas palabras que Occidente, en su afán de un hegemonismo excluyente, ha querido monopolizar, como muy suya, muy occidental, como exclusivamente suya. Su forma de entender la democracia, la de Occidente, la quieren imponer como la única forma correcta de entender la democracia para todo el mundo. Y, para imponerla a los demás, ya han provocado una serie de guerras: para eso llevaron la guerra a Irak, a Libia, a Siria, a Afganistán...y ahora la llevan a Palestina con su gran aliado Israel. Y, hasta ahora, con un fracaso absoluto en su deseo de imponer la democracia de esa forma y con millonarios resultados negativos.

      Y, además, Estados Unidos, como representante de Occidente, quiere presentarnos “su” democracia, como el único modelo de democracia que todos debemos copiar.

       Y se olvidan, o quieren ignorar, que  “su” modelo está siendo compatible, o sostenedor,  del racismo, la xenofobia, las tremendas desigualdades económicas, la discriminación de género, las  cárceles repletas de presos y regentadas por empresas privadas como negocio... y con una enorme bolsa de pobreza extrema y millones de migrantes considerados “ilegales” y sin derechos...y un sistema económico omnipotente que deja en las cunetas del desamparo social a millones y millones de ciudadanos, y convierte la sanidad  pública en el negocio de gran de grandes empresas y/o de bancos que “conceden” créditos para sanarte... con millones de “perdedores” en la lucha por una vida digna...

 

       ¿Cuántos países se consideran “democráticos” con gran déficit de democracia?

       ¿Cuántos golpes de Estado se dan cada año para imponer una democracia más auténtica o como rebelión contra una “dictadura”?

        ¡Seamos serios y rigurosos cuando hablamos de palabras y conceptos tan importantes como democracia o derechos humanos! 

       

        Si la democracia equivale solamente a unas elecciones “libres” cada cuatro años, el resultado es que hay tantos tipos de democracia como países que presumen de ello y formas de organizar esas elecciones “libres”.

 

        Democracia es una palabra de origen griego, porque se dice en Occidente que Atenas inventó la “democracia”, en una sociedad en la que el 90 % de la población eran esclavos. ¡Qué hipocresía!

         Necesitamos llegar a las raíces de esta palabra y este concepto. Democracia es, etimológicamente, el poder del pueblo o la forma en que el pueblo gobierna u organiza su sociedad. Necesitamos, por tanto, escoger entre las diversas formas de democracia que coexisten en este mundo tan plural.

 

         Nos tenemos que situar, en consecuencia, muy lejos del concepto occidental de democracia, como “la única forma correcta de entender la democracia para todo el mundo”. 

         Como venimos diciendo:

         1º: hay muchas formas de democracia, de hecho, más o menos reconocibles como tal o que se autodenominan democráticas. 

         2º: la democracia “occidental” no es la única, y no a todos nos parece modélica, 

         3º: cada pueblo, cada sociedad, debe esforzarse por construir la forma de democracia que mejor sirva a los intereses de su pueblo y al mejor desarrollo de todos los derechos humanos, subrayo “de todos los derechos humanos”, no sólo de aquéllos que a Occidente le parecen importantes.

          

          Precisamente el último  libro del Presidente Xi Jin Ping se  adentra en esta otra concepción diferente de los derechos humanos, “como garantía de una calidad de vida”,  “según las condiciones nacionales de China”; “como la materialización paulatina de la prosperidad de todo el pueblo”, que proteja “la salud, la seguridad vital...y todos los derechos económicos, políticos, sociales, culturales y medioambientales... en promoción del desarrollo integral de las personas”...”; e incluya los derechos de las minorías étnicas, mujeres, niños, ancianos, discapacitados... mediante el imperio de la ley...y el disfrute de amplios derechos y libertades para el pueblo”...; hacia “una más rica diversidad de la civilización humana”...; por el desarrollo dela causa mundial de los derechos humanos...”

        

        ¿No oímos en estas breves citas textuales del libo del Presidente Xi Jin Ping un clamor por una concepción distinta de los derechos humanos y la democracia, muy lejos de la estrecha concepción occidental, hacia una concepción menos individualista?

 

         Los derechos humanos y la democracia no son algo estático, sino que deben ser una fuerza dinámica, un proceso a desarrollar, a corto, medio y largo plazo; un objetivo de prosperidad común de desarrollo integral y participación de todas las personas, de todas las minorías y de todos los grupos humanos; un proceso hacia la más rica diversidad de la civilización humana: en una palabra: “la causa mundial de los derechos humanos y la democracia”.

         Evidentemente, es una concepción muy distinta de la que nos vende cada día la propaganda política occidental.

 

         Debemos elegir, evidentemente: los derechos humanos y la democracia no se imponen por la fuerza, ni por ninguna guerra, sino por el convencimiento de que derechos humanos y democracia son un objetivo que desarrollar y a conquistar con el esfuerzo de todos, progresivamente. La democracia y los derechos humanos no se poseen ni se monopolizan; deben conquistarse y promoverse progresivamente, día a día.

 

         Ah, y los derechos humanos, según la Carta de Naciones Unidas, que debe ser el objetivo común que nos guíe a todos los pueblos y a todos los gobiernos, en una enumeración muy detallada, son 143. Todos, a la vez, son el objetivo común para todos, hacia el que aspirar y avanzar cada día. No están conquistados de una vez por todas, sino que se conquistan o se avanza hacia ellos, progresivamente, como venimos diciendo.

          Por eso, cuando Occidente acusa a China de no respetar los derechos humanos o está siendo hipócrita o cínico, o no ha entendido el verdadero sentido dinámico de los derechos humanos y la democracia.

     

         No podemos hablar de democracia ni de derechos humanos cuando las diferencias económicas, sociales o políticas aumentan. A mayor desigualdad, menos democracia. Sin salud garantizada, sin educación universal, sin respeto a las minorías...los derechos humanos son un concepto abstracto y la democracia una hipocresía. Recordemos la hipocresía de la primera democracia que Occidente nos propone como modelo histórico, en una sociedad, la ateniense, en la que el 90% de la población eran esclavos.

 

         La moderna civilización de China quiere fundamentarse en esta concepción dinámica, progresiva y exigente de una democracia, que se conquista y se enriquece cada día, con el concurso de todo el pueblo y para todo el pueblo.



 

*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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