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China, España e Hispanoamérica ante el nuevo orden mundial

Es muy posible que aparte de estar inmersos en una más que una Guerra Fría de corte comercial y financiero nos encontremos ante un proceso encaminado a desembocar en un nuevo orden mundial multipolar. Este artículo se centra en estimar cuáles podrían ser las consecuencias en el medio plazo de los actuales cambios geopolíticos sobre las relaciones entre China y el bloque de naciones que conforman la llamada “hispanidad” a nivel mundial.


Por Christian Careaga*

Templo del Cielo. Beijing.

En primer lugar, se percibe una clara e inminente partición del mundo en dos grandes civilizaciones: la occidental, formada en torno a los países que conforman el G-7 y la oriental, la cual gira alrededor del conocido grupo de los países BRICS.

Desde hace al menos dos décadas se está poniendo en entredicho el camino hacia una globalización, entendida como la estructuración de la política y de la economía mundiales en donde el poder de decisión lo detenta fundamentalmente los EE.UU. de América.

La actual supremacía norteamericana, ejercida durante el último siglo, parece estar más que nunca en entredicho. Su agresiva política internacional, no exenta del empleo de las armas, golpes encubiertos de estado, bloqueos de diversa índole, uso continuo de sanciones comerciales, financieras e incluso restricciones tecnológicas a terceros, ha ido agotando la paciencia de múltiples naciones, entre ellas sus naciones vecinas, localizadas en América Central, el Caribe y Sudamérica.

A finales de 2022 nos encontramos en medio de una crisis mundial de dimensiones desconocidas: ruptura de líneas de suministro, de producción y del transporte, tensiones comerciales a escala mundial, sanciones sobre el uso de las divisas en las transacciones internacionales, así como sobre las decisiones de desinversión directa en el extranjero, bloqueos y sabotajes energéticos, topes a los precios de los productos y un largo número de problemas civiles y militares de consecuencias imprevisibles.

Los países occidentales parecen haberse encaminado a seguir los designios de los EE.UU., nación que pretende mantener su hegemonía mediante un enfrentamiento directo comercial, financiero, tecnológico y militar con su principal rival a escala mundial: la República Popular China.

El derrumbe del espacio ruso a causa del conflicto en Ucrania y el posible cambio de rumbo de otras naciones situadas actualmente bajo la esfera de influencia de la Federación Rusa podría llevar a medio plazo a un conflicto en Asia Central, a las puertas de la República Popular China.

Sin embargo, a los embates americanos se están oponiendo con firmeza la República Popular China y la Federación Rusa, las cuales están comenzando a aplicar la ley del talión en sus relaciones geopolíticas con Washington, D.C., con el fin de ir desarrollando un nuevo equilibrio de poderes a nivel mundial.

Aparte del consabido enfrentamiento militar en Ucrania y de un probable conflicto posterior en Taiwán, los países del grupo BRICS -que representan el 40% del PIB mundial- están uniendo sus fuerzas para debilitar al dólar. La posible adhesión del Reino de Arabia Saudí, la República Islámica de Irán o la República Argentina a este bloque durante el año 2023 asestaría un duro golpe a la divisa americana y al poderío monetario estadounidense de los últimos ochenta años.

Indudablemente, los EE.UU. seguirán siendo un formidable poder militar en las próximas décadas, pero podrían dejar de serlo en el comercio y las finanzas mundiales, si el bloque de países alrededor de los BRICS decide cambiar las reglas de juego monetarias.

Aunque parece que este escenario no se materializará a corto plazo, es conveniente analizar desde ahora mismo cómo le conviene a Iberoamérica y a España posicionarse de cara al nuevo orden mundial y a las nuevas fórmulas de globalización que ya se vislumbran en el horizonte.

Pirámide de Chichen Itzá, México.

Si Iberoamérica sigue reforzando sus lazos con el gigante asiático y Europa opta por confrontar a China, como lo está haciendo actualmente con Rusia, España se verá atrapada entre dos tendencias opuestas de su política internacional.

El Reino de España, nación a caballo entre Europa e Iberoamérica se encuentra en medio de su propio dilema específico: ¿ver a la República Popular China como un buen socio político y económico como están haciendo las naciones americanas con las que compartimos lengua, historia y tradición o seguir los pasos hacia donde parecen dirigirse la OTAN, los países del G-7 y otros de la Unión Europea?


Patio de los Leones. Alhambra de Granada, Granada, España.

Empieza a resultar tentador copiar el modelo político chino, que tanto ha batallado para erradicar la pobreza en su territorio. Las desigualdades sociales en Iberoamérica, su clara tendencia hacia el populismo y el empobrecimiento de las clases medias pueden hacer creer al pueblo llano que el modelo político chino es la mejor receta para acabar con el ineficiente sistema capitalista occidental.

En buena medida, el camino a elegir en España y en Europa va a depender asimismo del buen comportamiento que muestre la República Popular China como miembro de la sociedad de las naciones. En mi opinión, el gran dragón deberá esforzarse por respetar los principios recogidos en la Declaración de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas tal como se entienden en occidente, Iberoamérica, en España y en casi todos los países del mundo.


10 de noviembre de 2022



*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.



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