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¿Amigos para siempre?

Actualizado: 16 ene

Por Gonzalo Ortiz*


Publicado el 17/11/2023






Dice José María Ruiz Vargas en su notable libro “la Memoria y la Vida” que para Borges el tiempo es polimorfo, politrópico y circular (“el tiempo es como un círculo que girara infinitamente”). Y esto es lo que ocurre en las relaciones entre Rusia y Corea del Norte (Chosen), que debe su existencia a la URSS, con altibajos, que sin embargo han conducido a reencuentros como la visita del 12 al 17 de septiembre pasados de Kim Jong-un al lejano oriente del coloso ruso. En 1950 viajó a Moscú el abuelo del actual dirigente Kim Il-sung para solicitar de Stalin autorización para un ataque al Sur que reunificaría la península coreana. 73 años más tarde Putin ha realizado un largo viaje a los confines de su imperio para afianzar su ego, algo maltrecho en los últimos tiempos, y mandar un mensaje a la otra Corea para que se abstenga de mandar armamento a Ucrania. Efectivamente, el tiempo es circular, como decía Borges.

 

En las postrimerías de la SGM los Grandes no tenían planes sobre la península coreana. Es Dean Rusk del Departamento de Estado norteamericano quien propondrá la división del país conforme al paralelo 38. Y tras la salida de los japoneses, que habían anexionado Corea a su territorio entre 1910 y 1945, el norte es ocupado por la URSS y el sur por los Estados Unidos. De ahí surgirán dos estados independientes y enemigos (cuidado con la división de los países que genera odios irreconciliables). La guerra de Corea causó destrucciones masivas y una hostilidad permanente entre las dos Coreas, con períodos de acercamiento circulares sin resultados dignos de mención.

 

Cuando me incorporé a la Embajada de España en Seúl en 2014, la relación pasaba por horas bajas. El Putin de 2014 no era el mismo de 2023, y Rusia había dado su conformidad a las resoluciones del Consejo de Seguridad que aprobaba sanciones estrictas contra Chosen (Resolución 2270 y otras). A Rusia le incomodaba entonces el armamento nuclear norcoreano y se había alineado con China y EEUU para tratar de transformar la economía norcoreana orientada a la nuclearización hacia al desarrollo económico. La llegada del presidente Moon Jae-in en 2017 supuso un nuevo intento de acercar las dos Coreas, con la “complicidad” del presidente Trump que llegó a mantener tres cumbres con el líder norcoreano, pero sin resultados prácticos más allá del debilitamiento del hasta entonces acordado sistema de sanciones. Para el profesor de la universidad de Corea Nam Sung-wok existe hoy, por parte de Rusia, un propósito claro de saltarse las sanciones del Consejo de Seguridad. O como dice el analista ruso Fyodor Sutyakov “¿por qué no nos decidimos a revocar nuestro voto?”.

 

Y Kim Jong-un ha realizado el viaje más largo al exterior desde que está en el poder. La paradoja es que realiza un increíble viaje en un viejo tren para interesarse por los últimos desarrollos de la industria de defensa rusa. En efecto, visitó el Cosmódromo de Vostochni, las fábricas de producción de los cazas supersónicos más modernos, y barcos de guerra de última generación, con el objetivo de conseguir tecnología rusa para modernizar la calidad de su armamento, satélites de reconocimiento y submarinos nucleares.

 

Putin acude porque necesita aliento, (Kim declaró su apoyo a la “operación militar especial” en Ucrania y se declara en lucha abierta contra el imperialismo) y para reponer las existencias rusas de munición que se encuentran bajo mínimos debido a la guerra. Por su lado, Kim, necesita alimentos, y mejorar sus” juguetes “como el arma atómica y sus misiles de lanzamiento como garantía de supervivencia de su poder monolítico. Según Park Won-gon se ha producido” la simbólica convergencia de dos países aislados diplomáticamente”.

 

El presidente surcoreano Yoon Suk-yeol ha protestado: “la cooperación militar Kim Putin es ilegal e injusta”. Se trata ahora de afianzar una alianza tripartita EEUU-Japón-Corea capaz de hacer frente a las veleidades guerreras del Norte. Tras el congelamiento y distancia que se produjo durante la Administración Moon (2017-2022), parece que las relaciones Japón-Corea están superando ese tiempo circular que las enfrentaba desde 1945. La decisión del Tribunal Supremo surcoreano en 2018 exigiendo nuevas reparaciones por la ocupación había roto el espíritu conciliador de los acuerdos de 1965 y 2015. Para el antiguo embajador coreano en Washington, Shin Kak-sol,” es tiempo de mirar hacia el futuro y superar el activismo judicial”.

 

Corea del Norte es hoy un Estado que ha despreciado los esfuerzos de la comunidad internacional para derribar los muros que la aíslan del resto del mundo. Y tiene la bomba atómica. Al Jefe Supremo le interesa sobre todo mantener ese aislamiento, que es garantía del poder absoluto, control total del Ejército y del Partido, y de los medios de comunicación. No hay nubes en el futuro de Kim Jong-un que podrá seguir dirigiendo los destinos de su país por otros 40 años.

 

Y es que además el régimen de sanciones se tambalea. China, el otro gran vecino, tiene interés en mantener este estado tapón y no hará nada para debilitar el régimen de Corea del norte. ¡Qué lejos queda aquel desfile militar presidido en Pekin en 2015 por Xi Jin Ping y la presidenta surcoreana Park Geung-hye!.

 

¿Una nueva era en las relaciones entre Rusia y Chosen? “Hardly” (lo dudo) que diría un norteamericano, porque a pesar del tiempo circular que los sigue reuniendo, Rusia es un país europeo, imperial, muy rico en materias primas y Corea del Norte un país asiático intratable y amenazador instalado en la filosofía “xuche” de aislamiento radical, cuya economía no llega a la de una pequeña provincia china. ¿Amigos para siempre?.


*Nota: Las ideas contenidas en las  publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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