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La cita mundial de filosofía se realiza por primera vez en China

Actualizado: 4 jul 2022

China nos sorprende, cada día más, por su emergencia económica, sus avances en tecnología e innovación, por su liderazgo en energías alternativas, su presencia global a través de proyectos tan ambiciosos como de la Franja y la Ruta o Nueva ruta de la Seda…, además de sorprendernos por todos sus problemas pendientes.



Pero nos sorprende hoy su fuerte irrupción en el reciente Congreso Mundial de Filosofía. En un momento en el que algunos en Occidente minusvaloran la filosofía cual si fuera herramienta obsoleta de pensamiento, o quieren eliminarla de determinados planes de estudios, aparece China en el horizonte del siglo XXI reivindicándola con fuerza en este Congreso, que se ha celebrado del 13 al 20 de agosto en el Palacio del Pueblo de Pekín, el mismo lugar en que se celebran los Congresos del Partido Comunista Chino: este año el XXIV Congreso Mundial de Filosofía, en su convocatoria quinquenal desde 1900, ha reunido a 2300 delegados de 121 países con 2300 delegados, de los que 300 proceden de China y un buen número de otros países asiáticos.


El título general del congreso ha sido “Aprendiendo a ser humano”, título bien atractivo en medio de la nueva revolución tecnológica; en él, por, primera vez en la historia de estos Congresos, se ha propugnado la necesaria atención a otras filosofías, como la confuciana, la hindú y la islámica, junto a la filosofía grecolatina, que monopolizaba hasta ahora el concepto occidental de filosofía, como expresión clara de que se empieza a aceptar que todas las civilizaciones se interrogan por igual sobre el ser humano, su origen y su destino, aunque con formas, contenidos y respuestas muy diferentes.


Muchos de los participantes en el Congreso, por la fuerte participación oriental, y la mayor sensibilidad global, ya no identifican a la filosofía exclusivamente con los pensadores griegos; precisamente desde Pekín se recuerda que Confucio vivió y escribió más de 100 años antes que Platón y Aristóteles, y que la filosofía confuciana se inicia más de un siglo antes que la griega, y se desarrolla con nuevas aportaciones durante los 2.500 años siguientes, formando parte, durante todo ese tiempo, del patrimonio civilizatorio de más de una cuarta parte de la Humanidad, no sólo en China sino también en países bajo la influencia cultural de su Imperio, como demuestra A. Maddison en su estudio “The World Economy: Historical Statistics”; es esa filosofía confuciana, además, la que conforma el sustrato ideológico del Imperio del Centro y de su organización como Estado, a lo largo de toda su historia. El Congreso ha mirado a las otras filosofías de este mundo global, aunque la china ha tenido un mayor peso en los debates, por su categoría de anfitriona.


Porque la filosofía, como desarrollo del pensamiento y de la capacidad de reflexión humana, según se defiende en múltiples intervenciones en el Congreso, es patrimonio de la humanidad, aunque se exprese con grandes diferencias de método y de contenido en cada una de Las grandes civilizaciones históricas hoy vigentes.


El Congreso ha sido así una expresión de la riqueza y variedad del pensamiento y la capacidad de reflexión global del mundo actual: durante una semana, en sus exposiciones, mesas redondas, clases magistrales, sesiones plenarias, simposios, y debates, los 2300 delegados, y las más de 9.000 comunicaciones previas de otros tantos filósofos de todo el mundo, han expresado diversas visiones de esta filosofía global, con el convencimiento mayoritario de que todas tienen mucho que aportar, y mucho más que estudiar, investigar y debatir, para que la filosofía pueda llegar a ser un patrimonio común y responder a los desafíos y retos del mundo actual.


Precisamente uno de los temas centrales de toda esta actividad precongresual y congresual ha sido cómo armonizar, contrastar y debatir las mejores intuiciones y análisis de las diferentes civilizaciones, con las preguntas del presente y las perspectivas de la sociedad humana hacia el futuro; qué aporta cada una de las civilizaciones a un posible denominador común de valores éticos que puedan guiar a la sociedad del siglo XXI, para solventar los retos y superar las divisiones y enfrentamientos de la sociedad global.


El Congreso ha sido convocado y coorganizado por la Federación Internacional de Filosofía, que agrupa a cientos de asociaciones filosóficas, y por la Universidad de Pekin (BEIDA), una de las Universidades de más prestigio de China y del mundo. Ello ha contribuido enormemente a potenciar el sentido plural del Congreso y de todas y cada una de su actividades y debates. Dermot Moran, presidente de la Federación Internacional de Filosofía, subrayó en sus intervenciones que China tiene una impresionante historia de filosofía y cultivo de la sabiduría, como gran contribución al patrimonio mundial.


Entre sus conclusiones, el Congreso aboga por un interés internacional renovado en la filosofía china, y por que los filósofos de una y otra civilización aporten nuevas perspectivas a los problemas globales.


Nuestra conclusión es que quizá debamos reivindicar la necesidad de desarrollar el pensamiento filosófico en nuestra cultura occidental, por una parte, y, por otra, estar atentos a las aportaciones de otras culturas y, en el caso de la china, no sólo fijarnos en sus problemas pendientes, ni solo en su progreso económico y material, sino también en su pensamiento y sus pensadores históricos y actuales.


Marcelo Muñoz*, Presidente de Cátedra China



*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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