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IDIOMA CHINO, MULTILINGÜISMO, APRENDIZAJE Y CEREBRO

Por Rafael de Mora Sánchez*


- Este artículo ha sido publicado en el centro de lengua y cultura china XINDONGFANG en enero de 2023.



Introducción

En la era de la globalización y de la hiper-competitividad, ni maestros ni padres dudan de la absoluta necesidad de la aplicación del multilingüismo en las aulas. Pero más allá de las posibilidades incuestionables que nos da el multilingüismo[1] en el ámbito profesional, ¿hay diferencias físicas y funcionales entre los cerebros monolingües y los multilingües? ¿El hecho de que el idioma chino no se base en un alfabeto aporta a nuestro cerebro algo sustancialmente diferente en relación con otros idiomas extranjeros? ¿Puede el multilingüismo fomentar o entorpecer otras funciones cerebrales? En niños que sufren Trastorno Específico del Aprendizaje (TEA) como es el caso de la dislexia –dificultad de aprendizaje que afecta a la lectoescritura, no relacionada con la inteligencia de la persona[2]–, ¿es correcto aprender uno o varios idiomas extranjeros cuando aún se tienen serios problemas con el propio en áreas como la gramática y la ortografía? ¿Tiene sentido aprender idiomas extranjeros en la senectud?



Cerebro, aprendizaje y lenguaje

De la multitud de tareas que desempeña el cerebro humano, probablemente la principal sea el aprendizaje; porque su tarea fundamental es la supervivencia y ésta depende completamente de la capacidad de adaptación al medio, que desarrolla el cerebro a través del aprendizaje en general. Además, los humanos somos seres completamente sociales, por lo que las relaciones interpersonales son de extrema importancia en general y, en particular, para nuestra subsistencia.

Por todo ello, no es de extrañar que nuestro cerebro utilice el máximo de su potencial y recursos en esta tarea. Así los tres cerebros que el médico y neurocientífico Paul D. MacLean diferenció en su cerebro triúnico o triuno (cerebro reptil, sistema límbico y neocortex), funcionan al unísono siempre y, aún mucho más, cuando se trata de una cuestión de aprendizaje, sea éste del tipo que sea. Lo que nos muestra que el aprendizaje es un proceso que compromete al cerebro en su totalidad. Si a todo ello añadimos el papel específico que juega el lenguaje como elemento sociabilizador e integrador en la sociedad a la que pertenecemos, llegamos a entender el porqué de la excepcional cantidad de elementos e interrelaciones que hay en nuestro cerebro principalmente dedicados a esta misión, en la cual, sin lugar a dudas, está comprometida la vida misma, porque sólo los que se adaptan sobreviven, tal y como exige la biología.

En nuestro cerebro hay diferentes zonas relacionadas con el lenguaje. Las dos más importantes son el área de Broca (en el lóbulo frontal izquierdo, involucrada en la producción del lenguaje, por lo que nos permite crear oraciones con determinadas reglas –sintaxis– y se corresponde con las áreas de Brodmann 44 y 45[3]) y el área de Wernicke (en el lóbulo temporal izquierdo, tiene la misión de procesar el significado de las palabras y oraciones –semántica–). Ambas estructuras se conectan mediante un haz de fibras nerviosas llamado fascículo arqueado.

Se odría concluir de forma muy sucinta que el área de Broca participa en la producción del lenguaje y el área de Wernicke permite la comprensión de las palabras. No obstante, es más bien considerado un sistema complejo por estar compuesto de más elementos interactuando entre ellos, como es el caso de las áreas de Brodmann 6 y 47, el área motora suplementaria, los ganglios basales y el tálamo[4].




Las áreas de Broca y Wernicke se encuentran situadas en el hemisferio dominante para el lenguaje, que es el izquierdo (el hemisferio cerebral de la lógica, la razón, las matemáticas, el orden, etc.), aunque como pronto veremos, no siempre es exactamente así.

En el proceso de aprendizaje, la memoria juega un papel fundamental, y en nuestro cerebro se encuentra segmentada en diferentes zonas. En la corteza prefrontal, tenemos la memoria a corto plazo; en el lóbulo temporal, se guardan los significados a corto y a largo plazo; en los ganglios basales se decide qué recuerdos guardar y cuales descartar[5] y, finalmente, en el hipocampo se guarda la información a corto plazo con la cual se trabajará de inmediato, además de guardarse las vivencias asociadas a dicha información[6]. Se sabe que el hipocampo almacena la información de los idiomas en círculos concéntricos, encontrándose en el centro la lengua materna y en los anillos exteriores el resto de los idiomas por orden de adquisición, siendo el último el más externo. Por si no fuese suficiente, el hipocampo es una de las pocas regiones del cerebro donde la neurogénesis (en su zona CA3) continúa produciéndose a lo largo de la vida, por lo que cuanto más estimulemos el hipocampo (por ejemplo, estudiando idiomas), mayor será su actividad en la reparación y creación de neuronas nuevas[7]. Igualmente, el hipocampo contiene altos niveles de receptores de mineralocorticoides, lo que lo hace más vulnerable al estrés prolongado, provocando su empequeñecimiento e hipofunción[8]. Así la neurología nos demuestra que estrés y aprendizaje son conceptos incompatibles.




Como se puede ver, la función de la memoria implica muchas regiones cerebrales clave que están fuertemente relacionadas con otras tantas no mencionadas (para no sobrecargar al lector), por lo que la memoria es una función que afecta a gran parte del cerebro, lo que muestra su importancia y nos acerca a atisbar su influencia en el resto del cerebro.

El aprendizaje es un metaproceso que implica funciones que están también relacionadas con neurotransmisores. La dopamina[9] es la mayor responsable del proceso y está fuertemente relacionada con las emociones, por lo que tener en el aula un ambiente seguro, lúdico y creativo es crucial; la noradrenalina nos ayuda a fijar la atención, siendo este el primer paso de la enseñanza; y la serotonina proporciona la pausa y la paz necesarias para la sedimentación del conocimiento.

Durante la senectud, todas las funciones de nuestro cuerpo necesariamente han de ir declinando su actividad. No obstante, el cerebro de las personas que lo trabajan no sólo no envejece, sino que puede desarrollar características positivas que antes no tenía. El director de la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington sostiene que el cerebro de una persona mayor tiene una gran plasticidad[10], lo que hace que utilice de forma simultánea ambos hemisferios, llegando así a soluciones más creativas y originales. El pico de dicha plasticidad se alcanza a los 70 años. Y entre los 60 y 80 años de edad, hay un notable incremento en la cantidad de mielina en el cerebro (sustancia que facilita la comunicación entre neuronas). Debido a esto, las habilidades intelectuales se incrementan en un 300% en comparación con la media.


Multilingüismo y neurodiversidad

El cerebro de las personas multilingües es un poco diferente del cerebro de las monolingües, porque las primeras tienen las citadas zonas del cerebro más robustas y mejor conectadas con otras secciones del cerebro. Literalmente, sus autopistas de la información, que son las agrupaciones de neuronas, son más grandes en las personas multilingües, por lo que pueden albergar un mayor tráfico de información. Aunque la diferencia histológica sea pequeña, como es el caso, funcionalmente la diferencia sí es muy significativa. Dichos cambios surgen en nuestros cerebros como consecuencia de los llamados procesos cognitivos, que son las herramientas que nuestro cerebro utiliza para interpretar el mundo en que vivimos. Los más importantes son: percepción, memoria, atención y emoción.

El mutilingüismo sobreestimula dichos procesos cognitivos que sirven como acicate para que nuestro cerebro reclute más neuronas en las secciones relacionadas con el lenguaje, creando así la diferencia anatómica antes explicada.

Hay tres ámbitos cognitivos en los que los cerebros de las personas multilingües son claramente superiores a los de las monolingües, a saber:

Memoria operativa o de trabajo: se refiere a la memoria a corto plazo para tareas puntuales.

Procesos de toma de perspectiva: son la mayor capacidad para comprender y ver la realidad de puntos de vista de otras personas.

Mayor reserva cognitiva: significa que su salud psicológica y psiquiátrica es mejor, por lo que el inevitable proceso de envejecimiento es más lento e, incluso, las enfermedades neurodegenerativas tienen mejor pronóstico. En el caso de la demencia puede llegar a haber una diferencia de cuatro años y medio de retraso en la aparición de los primeros síntomas.

Los procesos cognitivos estimulan la plasticidad cerebral, lo que explica y justifica la idoneidad del multilingüismo, incluso como terapia antienvejecimiento.

El multilingüismo está vinculado con un concepto relativamente reciente: la neurodiversidad. En la especie humana, no existe ni un cuerpo ni un cerebro perfecto que nos sirva de referencia o modelo con el que compararnos. Si a este hecho añadimos, como dicen los genetistas, que «no existe, no ha existido ni existirá nadie como usted. (genéticamente hablando)» y que la citada neuroplasticidad crea un cerebro a la medida de nuestras necesidades y usos más frecuentes, podemos así fácilmente vislumbrar la unicidad cerebral de cada persona, lo que exige a los profesores que tengan diferentes estrategias pedagógicas ante diferentes alumnos, porque los habrá con predominancia auditiva, visual, táctil, creativa, relacional, introvertidos, extrovertidos, etc. De todas formas, la neurodiversidad otorga dominancias cerebrales en general, pero en última instancia todos los cerebros se muestran de forma mixta; es decir, con peculiaridades singulares y con unas grandes áreas en común con el resto de las personas, por lo que la neurodiversidad no separa ni divide a las personas, sino que todos nos enriquecemos al estar en contacto con la riqueza que aporta la diversidad.




Lenguas transparentes y opacas

Se llaman lenguas transparentes a aquellas en las que el grafema coincide con el fonema, es decir, en los que a una letra le corresponde, por lo general, un sonido. Por el contrario, las lenguas opacas son aquellas en las que no hay una concordancia uniforme entre grafema y fonema. Al margen de las definiciones, la realidad es que no existen lenguas completamente transparentes ni completamente opacas; no obstante, sí es cierto que hay gran diferencia de transparencia/opacidad en según qué lenguas.

Los lenguajes castellano y euskera son de los más transparentes que hay en nuestra zona geográfica, lo que facilita su aprendizaje a nativos y a extranjeros, pero los nativos encontrarán dificultades añadidas al estudiar, por ejemplo, el idioma inglés, que es un idioma muy opaco. No es casualidad que sea precisamente el inglés el idioma en el que hay más disléxicos en el planeta. Es precisamente esa divergencia entre grafema y fonema lo que favorece la confusión[11].

Sin duda, para el estudiante es un desafío combinar en su cerebro dos lenguajes estructuralmente tan diferentes, pero los procesos cognitivos a los que se va a enfrentar van a suponer una gimnasia para su cerebro de primer nivel, lo que traerá beneficios acordes al esfuerzo.


Idioma chino

En mi libro Dislexia, el Alma del Disléxico, narro la singular historia verídica de un matrimonio británico que por cuestiones laborales ha de mudarse a vivir a Japón. Allí tuvieron un niño que fue escolarizado en un colegio bilingüe japonés-inglés. Ya en los primeros cursos, el niño mostró una fuerte dislexia en inglés (escribía palabras con inversiones, adiciones, sustituciones, añadidos…, lectura torpe y sin comprensión, disgrafía y disortografía severas, etc.), pero, por el contrario, en japonés no sólo no tenía ninguna de las dificultades mencionadas, sino que era uno de los mejores lectores de la clase. ¿Cómo es posible?[12]

La clave reside en que el japonés está compuesto de dos silabarios –el hiragana y el katakana– y de caracteres chinos, llamados por ellos kanji (漢字) y por los chinos hànzì, (汉字). Resulta sugerente saber que, en el idioma inglés, la dislexia está en torno al 15%-20% de la población estudiantil, mientras que en el idioma chino el rango es del 4%-5%, el nivel menor de todos los idiomas. Estos datos necesariamente han de tener una justificación neurológica[13].

En la Universidad de Londres se descubrió que tanto en la audición como en el habla del idioma chino se utilizan ambos hemisferios cerebrales[14], lo que significa que se duplican el número de estructuras cerebrales usadas y la utilización del cuerpo calloso[15]. En términos biológicos, esta duplicación de elementos no aumenta su funcionalidad en una escala aritmética, sino geométrica, lo que nos pone sobre la pista de los beneficios que el idioma chino puede proporcionar a nuestro cerebro.

Veamos las características estructurales de los sinogramas. Están compuestos por:

  • Pictogramas. Creados a partir del III milenio a. C.[16] Se cree que constituyen en torno al 10% de todos los sinogramas totales, utilizándose actualmente unos 600. Son dibujos esquemáticos que imitan y representan elementos naturales, personas, cosas, plantas, etc.

  • Ideogramas. Parten de los pictogramas, contabilizándose oficialmente unos 125 y sirven para representar conceptos abstractos.

  • Asociación de ideas. Se mezclan los tipos anteriores para crear algo tan complejo como son las ideas. Se considera que hay unos 1.100 sinogramas de este tipo.

  • Fonéticos. Constituyen cerca del 70% de todos los sinogramas. Son los más modernos y se crean mezclándose con los anteriores. Como el chino es un idioma, fonéticamente hablando, muy pobre, se utilizó la existencia de muchos homófonos con el añadido de un radical (elemento que le da significado). Dicha ‘pobreza fonética’ no es un perjuicio; sino un beneficio, porque simplifica el lenguaje hablado.



Como refleja el cuadro, los pictogramas son dibujos esquemáticos para la representación de algo en particular. Los ideogramas ya son conceptos que no reflejan imágenes. Los sinogramas de asociación de ideas muestran con claridad la superposición de los anteriores. Por ejemplo, 坐 (sentarse) representa a dos personas (人人) sobre la tierra (土). O también阳 (yang) y阴 (yin), donde la parte izquierda de los dos caracteres es una colina ( 阝) y la derecha un sol (日) para el grafismo del yang o una luna (月) para el del yin. En los sinogramas fonéticos, vemos cómo 晴 (claro/soleado) coge el sonido «qíng» de 青 (azul) y le añade el radical日 (sol/día), pronunciado «rì», para darle significado. Igualmente, el carácter忠 (leal) toma la pronunciación de中 (centro/mitad, «Zhōng») y el significado de心 (corazón, «Xīn»); así la lealtad surge de un corazón centrado.

Estas características orgánicas del idioma chino contrastan con la estructura de los idiomas alfabéticos, en los que cada letra tiene asociado un fonema, pero no un significado. Esto permite que se pueda leer una frase sin entender nada de lo leído, porque los significados no están ligados a los fonemas. Este es uno de los problemas más frecuentes que sufren los disléxicos: la arbitrariedad existente en el binomio grafema-fonema. Dicho de otra manera, «c-a-s-a» no guarda ninguna relación con una casa más allá de la fonética. Por el contrario, en chino, 家 (Jiā), además de guardar relación fonética con el significado, su sinograma representa la imagen de un cerdo –símbolo de riqueza y seguridad– dentro de un lugar con techado, lo que sí insinúa su significado.

Las lenguas basadas en sistemas alfabéticos se apoyan principalmente en la memoria fonológica, que es la que en última instancia se va a asociar con el significado. En este sistema, las personas con dominancia cerebral fonológica se van a encontrar más cómodas, pero las personas que tienen una dominancia cerebral visual y asociativa van a sufrir dificultades con los abecedarios, mientras que se van a encontrar muy cómodos con los sistemas no alfabéticos, como es el caso del idioma chino. Como se observa, cada sistema lingüístico utiliza y estimula un camino de acceso al cerebro diferente.

La estructura del idioma chino lo dota de unas características únicas: por un lado, cada carácter o sinograma va a estar compuesto de elementos que le otorgan significado y, en un 70% de ellos, además da una pista sobre su pronunciación. Por consiguiente, nuestro cerebro, al ver u oír un sinograma, lo ha de asociar a una imagen, a una idea, a un grupo complejo de ideas y a un sonido, por lo que necesariamente tiene que usar el hipocampo (memoria a corto plazo de información y vivencias), áreas de la corteza visual, auditiva y asociativa, lo que no sólo implica utilizar ambos hemisferios cerebrales, sino también todo tipo de interconexiones que, a modo de índices de búsqueda, van a servir para memorizar la nueva información y asociarla a la información ya guardada que esté relacionada con ella, lo que generará a su vez más índices de búsqueda, retroalimentando así el proceso.

Como se ha observado, entre sus peculiaridades se encuentra que cada signo se refiere a la unidad mínima de significación (morfema); que la gran mayoría de las palabras actuales se forman con dos sinogramas (aunque las hay de 1, 2, 3 y hasta 4); y que hay inventariados unos 50.000 caracteres diferentes (algunas fuentes suben la cifra a 65.000), de los cuales unos 10.000 son utilizados en la lengua culta y unos 3.000 en el lenguaje corriente. Dado que no hay una correlación directa entre número de sinogramas y palabras, un mismo sinograma se va a utilizar combinado con otros para crear palabras diferentes, por lo cual no hay que asustarse por el gran número de sinogramas del idioma. Lo importante es que, en principio, para hablar cualquier idioma de forma fluida y leer libros básicos y periódicos, es necesario manejar un vocabulario máximo que ronda las 3.000-3.500 palabras, dependiendo del idioma. En el caso del idioma chino, el nivel HSK-5 (correspondiente a la nomenclatura internacional C1) implica el conocimiento acumulado de 2.500 palabras y de 1.685 caracteres, lo que permite leer periódicos y revistas, ver películas y ser capaz de escribir y desarrollar una capacidad discursiva amplia en el idioma. Como se observa, el número de caracteres es muy inferior al de palabras, y estas 2.500 palabras no es un número excesivo comparado con otros idiomas.

En lo referente a la fonética, el idioma chino (汉语, Hànyǔ) también llamado en China (普通话, pǔtōnghùa o «lengua general»), consta de cuatro tonos, lo que estimula y agudiza la ruta fonológica neural y sobreabunda en los ya explicados beneficios que aporta este idioma para el cerebro.

A pesar de que los modernos dispositivos de comunicación hacen cada día menos necesario escribir a mano, es conocido que la escritura estrictamente manual fomenta la motricidad fina[17], que es otro elemento fundamental para la correcta estimulación cerebral y, por tanto, para su buen funcionamiento. Ello ocurre con independencia del idioma en que se escriba, pero, una vez más, el idioma chino se desmarca de la norma, porque su complejidad y singularidad gráfica multiplica sustancialmente el número de neuronas que se han de reclutar para realizar tal tarea. Igualmente, los trazos con que se escriben los sinogramas llevan un orden estricto: de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda. Lo que implica que, en términos generales, los trazos de cada carácter delinean en el espacio (y en el aire antes y después de entrar en contacto con el papel) la figura del infinito o lemniscata (∞). Es sobradamente conocido por los especialistas en aprendizaje que cualquier movimiento con motricidad fina o gruesa que implique dibujar una lemniscata está favoreciendo y estimulando la integración interhemisférica[18].


Conclusiones

  • Los cerebros de las personas bilingües y/o multilingües son diferentes de los de las personas monolingües, y en no pocas facetas, más evolucionados, sin que ello conlleve nada negativo como contrapartida.

  • El aprendizaje del idioma chino genera innumerables beneficios para nuestro cerebro, por encima de los idiomas alfabéticos a tenor de las últimas investigaciones científicas.

  • Los niños y adultos que sufran algún tipo de dificultad en la adquisición del lenguaje como la ya comentada dislexia, tienen en el aprendizaje del idioma chino una gran oportunidad de reengancharse a los idiomas extranjeros y al propio, porque la Constitución Simbólica® que les caracteriza les hace ser personas muy visuales, creativas y asociativas, características que el idioma chino va a potenciar.

  • Desde tiempos muy antiguos, China ha destacado por tener muchos polímatas entre sus funcionarios, científicos, médicos y poetas. Muy probablemente, su idioma ha moldeado el cerebro de sus gentes facilitando una cognición más completa e integradora, ya que estimula el uso simultáneo de ambos hemisferios cerebrales, lo cual genera el ambiente propicio para el surgimiento de polímatas.

  • En Occidente, es muy probable que los idiomas alfabéticos hayan favorecido la especialización en los estudios y la separación entre ciencias y artes. Aunque notables personalidades de la antigüedad, como el disléxico y polímata Leonardo da Vinci, nos recuerde que la homogeneidad no existe en el universo humano.

  • Como ya es sabido, el lenguaje moldea el cerebro y nuestra visión del mundo. Cuanto más rica sea ésta, más plena será nuestra existencia.

  • En la senectud, está indicado cualquier tipo de aprendizaje, tanto por salud como por la falta de limitaciones funcionales. El idioma chino es, sin lugar a dudas, de las mejores elecciones que se pueden realizar para mantener un cerebro sano y dinámico.

  • La práctica de la caligrafía china (preferiblemente con pincel), además de ser una afición interesante y una meditación, es un bálsamo de primer orden para el cerebro.

Vivir es aprender. Aprender es relacionarse con otras personas. Las relaciones personales son las que dan dirección y sentido a la vida. El idioma chino puede ser la lanzadera que nos lleve al corazón de una de las culturas más apasionantes del planeta y, además, ser causa de salud, longevidad y felicidad.


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[vc_btn title=”Cursos de Chino” color=”orange” link=”url:https%3A%2F%2Festudiosdechino.com%2Fcursos-chino%2F|||”] [1] En el término genérico de «Multilingüismo», agrupo el bilingüismo de nacimiento y el adquirido en la escuela, además de a las personas que hablan más de dos idiomas. El objetivo es evitar el sobreabundamiento del texto.

[2] Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-5).

[3] Trejo Martínez, David; Jiménez Ponce (2007). «Aspectos anatómicos y funcionales sobre el área de Broca en neurocirugía funcional». Revista Médica Hospital General de México.

[4] Herrero, María-Trinidad; Barcia, Carlos; Navarro, Juana Mari (septiembre de 2002). «Functional anatomy of thalamus and basal ganglia» [Anatomía funcional del tálamo y los ganglios basales].

[5] Ardila, Alfredo; Bernal, Byron; Rosselli, Mónica (2016). «How Localized are Language Brain Areas? A Review of Brodmann Areas Involvement in Oral Language». Archives of Clinical Neuropsychology (en inglés) 31 (1): 112-122. ISSN 0887-6177.

[6] Eichenbaum, H; Otto TA, Wible CG, Piper JM (1991). «Ch 7. Building a model of the hippocampus in olfaction and memory». En Davis JL, Eichenbaum H, ed. Olfaction. MIT Press. ISBN 9780262041249.

[7] Kuruba R, Hattiangady B, Shetty AK (2009). «Hippocampal neurogenesis and neural stem cells in temporal lobe epilepsy». Epilepsy Behav. 14 Suppl 1: 65-73.

[8] McEwen BS (1999). «Stress and hippocampal plasticity». Annu Rev Neurosci 22: 105-122.

[9] Nestler, Eric J. (Eric Jonathan), 1954-; Malenka, Robert C. (2009). Molecular neuropharmacology: a foundation for clinical neuroscience (2nd ed edición). McGraw-Hill Medical. ISBN 978-0-07-164119-7.

[10] La neuroplasticidad es una propiedad que emerge del cerebro y es el funcionamiento de las neuronas cuando estas establecen comunicación, y que modula la percepción de los estímulos del medio, tanto los que entran como los que salen. Morris, R.G.M. et al., “Elements of a neurobiological theory of the hippocampus: the role of activity dependents synaptic plasticity in memory”, Phil. Trans. R. Soc. Lond. B, N.º 358, 2003, pp. 773-786.

[11] Un estudio publicado en Nature por Li Hai Tan, perteneciente al Instituto Nacional de Salud Mental de Maryland (EE. UU.), nos dice que la alta incidencia de dislexia en individuos de lengua sajona está relacionada con la irregularidad fonética del idioma. El italiano tiene unas 26 reglas gramaticales que aprender y tiene una estructura muy regular, lo que puede llevar seis meses de aprendizaje; por el contrario, el inglés es altamente irregular y tiene cientos de reglas a memorizar, lo cual supone un claro impedimento para su estudio. Tras examinar a miles de alumnos, descubrió que la incidencia de la dislexia en el idioma chino era entre el 5% y el 6% inferior que en estudiantes ingleses. Prosigue diciendo que el cerebro se organiza y estructura según las experiencias. Cita de Dislexia, el Alma del Disléxico pág. 140.

[12] El caso de Alan. Cita de Dislexia, el Alma del Disléxico pág. 143.

[13] El profesor Zhou Xiaolin, de la Universidad de Psicología de Pekín, expone que el idioma chino tiene una gran ventaja frente a otros idiomas y en especial con el inglés, ya que en su aprendizaje hay que memorizar el significado y el sonido para cada carácter. Cita de Dislexia, el Alma del Diléxico pág. 141.

[14] La Dra. Sophie Scott, de la Universidad de Londres, junto con sus colegas ha descubierto que los oradores de habla inglesa y china utilizan sus cerebros de forma diferente para descifrar el idioma que oyen. Los oyentes de una locución en inglés utilizan para su comprensión el lóbulo temporal izquierdo, mientras que cuando oyen chino mandarín utilizan ambos lóbulos temporales, izquierdo y derecho. Por lo que el Dr. Scott asevera que las personas que hablan varias lenguas lo hacen de forma diferente que los que sólo hablan un único idioma. Cita de Dislexia, el Alma del Disléxico pág. 140.

[15] El Cuerpo calloso es el haz de fibras nerviosas más extenso del cerebro humano. Su función es la de comunicar los dos hemisferios cerebrales, con el fin de que ambos lados del cerebro trabajen de forma conjunta y complementaria. Ortega, Francisco Villarejo (1998). Tratamiento de la epilepsia. Ediciones Díaz de Santos. ISBN 9788479783259. Consultado el 9 de agosto de 2017.

[16] En las últimas décadas, se han encontrado una serie de gráficos e imágenes inscritos en excavaciones neolíticas en China, incluidos Jiahu (c. 6500 a. C), Dadiwan y Damaidi del sexto milenio a. C. y Banpo (quinto milenio a. C). Ref. «Carvings May Rewrite History of Chinese Characters». Xinhua Online. 18 de mayo de 2007. Archivado desde el original el 8 de julio de 2007; «Chinese Writing ‘8,000 Years Old’». BBC News. 18 de mayo de 2007.

[17] Los movimientos de la mano son iniciados por comandos procedentes de una región de la corteza motora primaria que contiene un alto número de neuronas corticoespinales (CST), que se especializan en otras neuronas denominadas células corticomotoneuronal (CM). Las Células CM descienden a la médula espinal para formar conexiones monosinápticas con las neuronas motoras del asta anterior. Rathelot JA, Strick PL (enero de 2009). «Subdivisions of primary motor cortex based on cortico-motoneuronal cells». Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 106 (3): 918-23.

[18] Aquí se muestran unos ejemplos de cómo un gran número de sinogramas al escribirse cortan la línea media atravesando los cuatro cuadrantes que enmarcan el carácter, a saber: 乂, 义, 文, 汶, 犮, 戈, 奴, 乙, 之, 九, 女, 人, 入, 已, 工, 弓, 廾, 大, 十, 史, 失, 弟, 公, 对, 多, 马, etc.



*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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