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Directrices de "desarrollo verde" en los próximos años en la construcción de la Franja y la Ruta

Por Adrián Lozano Sánchez-Seco*


Publicado el 16/11/2023



Imágen de los pasos creados en el recorrido del ferrocarril de ancho estándar Mombasa-Nairobi, que atraviesa reservas naturales como el Parque Nacional de Nairobi y el Parque Nacional de Tsavo. Fuente: WWW.NEWS.CN   

Desde hace tiempo percibimos con mayor intensidad las voces que piden que se deje de financiar la construcción de infraestructuras contaminantes, en particular aquellas asociadas a la producción de energía a partir de combustibles fósiles como el carbón, poniendo especial énfasis en que los combustibles fósiles no sólo representa un peligroso para el cambio climático y la ecología local, sino que también son una mala apuesta financiera, ya que las energías renovables, como la solar y la eólica, son cada vez más baratas y populares.

Los avances en el Proyecto de la Nueva Ruta de la Seda (NRS), también conocido como “Belt and Road Iniciative” (BRI) o proyecto “One Belt, One Road” (一带一路)  (OBOR) puesto en marcha por China en septiembre de 2010, están acompañados, en ocasiones, de la ejecución de enormes proyectos de infraestructuras asociados con riesgos ambientales, sociales o climáticos destinados, sin duda, a desempeñar un papel decisivo en el cumplimiento de los objetivos mundiales de reducción de las emisiones de dióxido de carbono. 

En los últimos años China ha ido ampliando su decálogo de consideraciones ambientales a la hora de planificar proyectos fuera de sus fronteras en el marco de la BRI y ha promocionado diversas recomendaciones para que se sigan "reglas y estándares ecológicos internacionales" a través de las “Directrices de desarrollo verde para la inversión y la cooperación en el extranjero ”, publicadas conjuntamente por el Ministerio de Comercio (MOFCOM) y el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente (MEE)[1], que persiguen allanar el camino iniciado por China desde 2015 para la implementación de estándares ambientales más exigentes en sus proyectos de infraestructura bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta y fortalecer su compromiso de protección ambiental con las instituciones de cada país en donde actúa, con especial consideración hacia las tecnologías de energía no fósil como áreas clave para abordar su inversión en esos países. 

En 2015, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC, por sus siglas en inglés), creada en 2003 en China "国家发展和改革委员会" y varios ministerios del país emitieron una “visión” para la BRI que enfatizaba en las cuestiones del desarrollo verde y bajo en carbono, así como la protección de la biodiversidad. 

China ha puesto en marcha la Iniciativa de Asociación para el Desarrollo Ecológico de la Franja y la Ruta con 31 países y formado una Coalición Internacional con más de 150 socios de más de 40 países y realizando en 2018, 2019 y 2020 diferentes estudios de políticas ambientales con relación a la Franja y la Ruta, publicando en 2020 varias compilaciones a modo de “Orientación sobre la promoción de inversiones y financiación para abordar el cambio climático” y su aplicación en las finanzas exteriores. 

Las últimas directrices publicadas en 2021 fomentan plenamente el uso de estándares internacionales de mejores prácticas para la gestión ambiental de las inversiones extranjeras.

Estas directrices no tienen carácter normativo y se dirigen a los actores clave de la BRI como un claro intento de ganar impulso en el esfuerzo desplegado por China para analizar ambientalmente un mayor número de sus proyectos y apartar los que puedan dañar el clima, pero también con un claro sentido económico, ya que la electricidad procedente de la nueva energía solar ya es hasta cinco veces más barata que la procedente de la nueva energía del carbón, asumiendo que en la variable de sus expectativas de ganancia es probable que cada vez se impongan medidas más estrictas encaminadas a la protección del medio ambiente. 

Así ha sucedido en el caso de la polémica central eléctrica de carbón en el turístico archipiélago de Lamu en Kenia, un proyecto de 2.000 millones de dólares que había sido reconocido por China como parte de la BRI y cuya construcción se paralizó en junio de 2017 por la decisión de un juzgado al considerar que el Gobierno del país no hizo una correcta evaluación del impacto medioambiental que esta infraestructura podría tener en el entorno.

Un ejemplo de los esfuerzos de China por construir una Franja y una Ruta bajo directrices verdes es el proyecto hidroeléctrico de Karot, conocido como la Central Hidroeléctrica Karot, una planta de generación de energía hidroeléctrica ubicada en el río Indo, en la provincia de Punjab, en Pakistán. Este proyecto es una parte importante de los esfuerzos de Pakistán para aumentar su capacidad de generación de energía y reducir su dependencia de fuentes de energía más contaminantes, como el carbón y el petróleo.  

En Etiopía con presencia de grandes recursos energéticos renovables, entre ellos la energía eólica e hidroeléctrica, que pueden generar más de 60.000 megavatios de energía eléctrica, China ayudó a construir proyectos como los parques eólicos de Adama, situados en una cadena de colinas rocosas del altiplano etíope, y la central hidroeléctrica de 254 MW Genale-Dawa III. 

En la construcción del ferrocarril de ancho estándar Mombasa-Nairobi, que atraviesa reservas naturales como el Parque Nacional de Nairobi y el Parque Nacional de Tsavo, se han tomado una serie de medidas durante el diseño y la construcción del ferrocarril como los 14 grandes pasadizos para animales salvajes y 79 puentes a lo largo del ferrocarril, y los pasadizos para animales tipo puente tienen más de 6,5 metros de altura, lo que facilita el paso de grandes animales, como elefantes y jirafas. Además, se han instalado vallas de aislamiento a ambos lados de la línea para reducir el contacto entre los animales y los trenes. 

En los esfuerzos de China por asumir compromisos de apoyo al desarrollo ecológico juega un papel esencial el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) 中国工商银行, con sede en Pekín, creado el 1 de enero de 1984, que pasó a convertirse en poco tiempo en el banco comercial más grande de la República Popular de China y en uno de los principales bancos cotizados del mundo, reestructurado por completo en octubre de 2005 como una sociedad anónima empezó a cotizar al año siguiente en la Bolsa de Shanghai y en la Bolsa de Hong Kong Limited y en diciembre de 2010 ya alcanzaba la cifra de 2,03 trillones de dólares estadounidenses (USD) de activos totales, lo que le sitúa en lo más alto de la lista internacional de bancos en términos de capitalización, beneficios y depósitos, con presencia también en España como el primer y único banco de China con sucursales bancarias abiertas en nuestro país. 

El ICBC fue el primer banco comercial chino en adherirse al Pacto Mundial de las Naciones Unidas en 2012 y en 2014 pasó a formar parte de la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (“UNEP FI”). En China, el ICBC es miembro del consejo permanente del Comité de Finanzas Verdes, creado en el marco del Foro Financiero de China y entre sus políticas, a nivel nacional e internacional, destaca el compromiso social y medioambiental. 

En 2017 el ICBC fue el encargado de lanzar un bono de cuatro tramos por valor de 2.200 millones de dólares para financiar proyectos verdes en la BRI, emisión de bonos considerada como "el primer bono verde de cooperación regular interbancaria del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda china (bono "BRBR") del mundo".

El ICBC ha desarrollado este Marco de Bonos Verdes para financiar y refinanciar, total o parcialmente, dentro y fuera de China los llamados "Activos Verdes Elegibles", identificados de esta forma por su capacidad para promover la transición a una economía sostenible y con bajas emisiones de carbono y proporcionar claros beneficios en materia de sostenibilidad medioambiental y cambio climático. Los Activos Verdes Elegibles bajo el Marco de Bonos Verdes comprenden la financiación de proyectos relacionados con energías renovables, transporte con bajas emisiones de carbono, eficiencia energética y gestión sostenible del agua y las aguas residuales y excluyen los activos relacionados con los combustibles fósiles, centrales hidroeléctricas a gran escala o activos nucleares y relacionados con la energía nuclear.

China parece empeñada en la defensa ambiental de sus inversiones en el extranjero y decida a afrontar la próxima década de la BRI dando prioridad a la transición energética y digital, en claro detrimento de las grandes ejecuciones de infraestructuras que hemos conocido hasta la fecha que podrían pasar a tener un carácter más reducido y muy alejado de la naturaleza “faraónica” que hemos podido percibir en algunos de los proyectos ejecutados en el marco de la BRI. 

No perdamos de vista que China ha invertido masivamente en energías renovables como la solar y la eólica, convirtiéndose en uno de los mayores productores y consumidores de energía renovable en el mundo y tiene objetivos ambiciosos para la reducción de emisiones de carbono y está trabajando para cumplir con sus compromisos en virtud del Acuerdo de París, además, dentro de sus fronteras está construyendo nuevas ciudades y renovando las existentes con un enfoque en la sostenibilidad lo que incluye la planificación de áreas verdes, el uso eficiente de la energía en edificios y el fomento del transporte público.

Será cuestión de seguir atentamente los pasos que China vaya dando en el cumplimiento de las directrices verdes que parece estarán muy presentes en los próximos años del desarrollo de la BRI.  







*Nota: Las ideas contenidas en las  publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

 

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